Por
Silvina E. Grossi – Prof. de Historia
“Una
mattina mi son svegliato,
o
bella, ciao! Bella, ciao! Bella
ciao,
ciao, ciao!
Una
mattina mi son svegliato
e ho
trovato l’invasor.
O
partigiano, portami via,
o
bella, ciao! Bella ciao! (...)”
Estas estrofas de una popular
canción italiana, famosa en todo el mundo después de 1968 nos ubican en abril
de 1945, momento en que las ciudades de Milán y Torino, fueron liberadas por
grupos de partisanos. Estos eran, por lo general jóvenes, mujeres, soldados,
campesinos, personas con ideas varias, pero con una en común: ir contra el
Fascismo y fundar una Italia en democracia. Fueron aquellas, jornadas
heroicas para este grupo de la resistencia civil que protagonizó el fin de un período y el inicio de otro. La
llamada “Resistencia” de los partisanos fue un movimiento político militar de
oposición a la ocupación de los nazis, liderados por Adolfo Hitler, aliado de Benito Mussolini, nombre certero
del dictador italiano. Días más tardes toda la Italia Septentrional sería
liberada definitivamente. Concluía así el Fascismo en el “bel paese”. Benito
Mussolini, maestro y periodista, militante del Partido Socialista Italiano,
logró alcanzar en 1922 el poder político. A partir de este momento el Fascismo
fue un régimen dictatorial, nacionalista y militarista. Italia ingresó con él en
la Segunda Guerra Mundial el lunes 10 de
junio de 1940. Hacia 1942 se iniciaron las primeras acciones de los partisanos,
haciendo por ejemplo, descarrilar los trenes que llevaban armas para el
ejército del Duce. Mussolini preocupado por los frecuentes ataques, ordenó una
feroz represión. Hombres y mujeres italianos fueron los verdaderos protagonistas
de esta guerra civil. Se calcula que más de 300.000 personas participaron
activamente como miembros de la Resistencia. Hacia 1943, los aliados junto a la
valiosa resistencia de los partisanos, ocuparon la mayor parte del país. En
1945 Mussolini junto a su amante, Clara Petacci intentaron huir a Suiza, pero
fueron descubiertos, capturados y fusilados. El cuerpo del “Duce” fue llevado a
Milán donde fue ultrajado en público. Meses después su cuerpo fue robado del
cementerio de Mussoco y estuvo desaparecido hasta que finalmente fue restituido
a su familia. En la actualidad en las principales ciudades se celebra el día
como una verdadera fiesta, en la cual los ciudadanos italianos recuerdan con
orgullo a aquellos valientes partisanos que dieron todo de sí, arriesgando vida
y familias, para hacer una Italia grande y democrática.
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