Pier Paolo Pasolini: una vida de
película
Pier Paolo Pasolini es uno de los
personajes más relevantes de la cultura europea del siglo XX. En todos los
campos en los que se prodigó (poesía, novela, guión y dirección de cine,
ensayo, critica cultural y social) su obra constituye un punto de referencia
ineludible. Más conocido fuera de Italia por sus películas que por sus obras,
Pasolini, que siempre se consideró poeta antes que cualquier otra cosa, fue un
autor prolífico cuya carrera quedó truncada en 1975 al morir asesinado
violentamente.
Nació en Bolonia en 1922, hijo de
un militar fascista y una madre profundamente católica, sus ideas siempre
fueron de izquierda, llegando incluso a unirse por algún tiempo al partido
comunista. A los diecisiete años se matriculó en la Universidad de Bolonia
para estudiar Filosofía y Letras, y cinco años después publicó el primer libro
de poemas. En 1950 se trasladó a Roma donde escribió poemas y novelas sobre los
barrios bajos y obreros de la capital. Una etapa muy importante de su
producción literaria se produjo entre 1954 y 1966, cuando publicó "Las
cenizas de Gramsci", "El
ruiseñor de la Iglesia
católica", "Poesía en forma de rosa", y los ensayos "Pasión e ideología",
y "La religión de mi tiempo". También en esa etapa inició sus
vínculos con el mundo del cine trabajando como actor y guionista. En 1961
inició su carrera cinematográfica, en la que defendió el lenguaje popular y la
investigación abierta y adogmática de la realidad. En sus películas inserta
escenas líricas con el más descarnado realismo, lo que convierte su obra en una
de las más originales de nuestro tiempo: Accatone (1961), Mamma Roma (1962), El
evangelio según san Mateo (1964), Pajarracos y pajaritos (1966), Edipo rey
(1967), Teorema (1968), Pocilga (1969), Medea (1970), la Trilogía de la vida
(integrada por El Decamerón, 1971; Los cuentos de Canterbury, 1972; Las mil y
una noches, 1974) y Salò o los 120 días de Sodoma (1975). Pasolini dirigió a
Orson Welles, colaboró con Andy Warhol, persuadió a la diva María Callas para
que fuera su estrella en una película y desafió el status quo filme tras filme.
Dentro de la poderosa industria del cine italiano de la posguerra estuvo a la
altura de Federico Fellini, Luchino Visconti y Michelangelo Antonioni, fue
también un agitador político que desde su columna semanal en uno de los
periódicos más importantes de Italia, censuró la obsesión de esa nación por las
riquezas materiales. Sus escritos sobre crítica social alcanzaron gran brillo
con uno de sus últimos trabajos, "Cartas luteranas", en las que
analizó la situación decadente de la sociedad italiana. Murió asesinado el 2 de
noviembre de 1975 en Ostia (playas de las afueras de Roma) en un supuesto
encuentro con jóvenes de la periferia. Se habla de asesinato debido a un
complot pero nunca se consiguió probar. El rumor se debió seguramente a que
Pasolini fue un personaje muy controvertido: homosexual, marxista, artista de
enorme talento comprometido siempre con los avatares políticos y sociales de si
tiempo. Su cuerpo apareció violentamente desfigurado.
Italiano Ilustre
En palabras de él mismo, describe
su condición como italiano:
“He nacido en una familia
típicamente representativa de la sociedad italiana, un auténtico producto del
cruce… Un producto de la Unidad
de Italia. Mi padre procedía de una antigua familia noble de la Romagna; mi madre, en
cambio, viene de una familia de campesinos friulanos que con el tiempo, poquito
a poco, han subido a la categoría pequeño burguesa. Por parte de mi abuelo
paterno eran del ramo de la destilería. La madre de mi madre era piamontesa, lo
cual no le impidió en absoluto tener lazos con Sicilia y con la región de Roma”
[P.P. Pasolini, El sueño del centauro, por Jean Duflot, Editori Riuniti, Roma
1983, p. 17]
Próximamente disfrutaremos de sus
obras cinematográficas en el ciclo de cine de la Sociedad Italiana
de San Francisco que inicia en Agosto.
Poemas de Pier Paolo Pasolini
Al príncipe
Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una siesta de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y jamás poseídos del todo,
ya no encuentro felicidad ni en gozar ni en sufrir por ello:
ya no siento delante de mí toda la vida...
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
para que se forme algo, que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, ahora, tengo poco tiempo: por culpa de la muerte
que se viene encima, en el ocaso de la juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo humano
que quita el pan a los pobres, y a los poetas la paz.
De "La religión de mi tiempo" 1961
Versión de Delfina Muschietti
Muerte
Vuelvo a ti, como vuelve
un emigrado a su país y lo redescubre:
he hecho fortuna (en el intelecto)
y soy feliz, tanto
como hace tiempo lo era, destituido por norma.
Una rabia negra de poesía en el pecho.
Una loca vejez de jovencito.
Antes tu alegría se confundía
con el terror, es verdad, y ahora
casi con otra alegría
lívida, árida: mi pasión decepcionada.
Ahora me das miedo de verdad,
porque estás de verdad cerca, incluida
en mi estado de rabia, de oscura
hambre, de ansia casi de criatura nueva.
De "La
religione del mio tempo" 1961
Versión de Delfina Muschietti