domingo, 30 de junio de 2013

Historias de Inmigrantes




El  Accidente
Por María Angélica Donda Arpino 






Llegaron a San Francisco desde una pequeña aldea Coggia, del Friuli italiano. Ella se llamaba Lucía Tesan, él Tomás Donda, carpintero. Tenían ya tres hijos, Gina de dos años aún no caminaba. Empezaba el año 1918. Lucía quedó embarazada. Tomás siempre tenía tiempo para una partidita de naipes con sus amigos y tomar un vasito de vino. Ese día, 5 de enero se demoró más y la noche lo sorprendió  lejos de su casa. Desorientado por la oscuridad y algo mareado no se dio cuenta que caminaba por las vías del tren. El maquinista tampoco lo vio y lo embistió. Recibió el impacto en la frente y cayó desmayado. Lo llevaron  al Hospital Iturraspe y ahí quedó abandonado en la morgue. Nadie pensó que sobreviviría. Informaron del suceso a la policía. Preocupada Lucía porque Tomás no llegaba, dejó a sus hijos con una vecina y corrió a la policía. Al saber del accidente, su corazón le decía que era Tomás. Tomó un mateo y fue al Hospital. Allí tuvo que esperar largo tiempo. Cuando esa noche el doctor Areta, recién recibido, llegó a tomar su guardia en el hospital, le informaron: “Hubo un accidente con el tren” “El hombre está en la morgue”. Enseguida corrió al lugar, y personalmente lo trasladó a la sala de operaciones. “¡Estás loco de remate!” “¡Ese está más muerto que vivo! No les  hizo caso y se puso a trabajar con abnegación hasta el amanecer. Le avisaron que una mujer lo esperaba. Así se conocieron. Ella tranquila y esperanzada, él contento de ser doctor. -“¡Qué regalo de Epifanía ¿no?” -“¿Qué es eso?” pregunto ella, -”El día de Reyes” agregó él. Finalmente el doctor dijo -“Hice todo lo que pude” a lo que Camila respondió: -“Seguramente Dios guió sus manos. Tres chicos me esperan, no puedo quedarme” -“Vaya tranquila, nosotros cuidaremos a Tomás”. Pasaron muchos días de sacrificios, paciencia, incertidumbre y dolor. Nació una hermosa amistad. El joven doctor siempre alentaba a esa mamá fuerte y valiente que acompañaba a su marido, enfrentando mil problemas, sobre todo económicos. En esos tiempos cuando no se trabajaba no se cobraba. El doctor lo cuidó siempre y Tomás, hombre fuerte reaccionó muy bien. Más cuando el 21 de enero nació un hermoso y coloradote varón. Cuando Tomás volvió a la casa, el doctor Areta lo visitó todos los días hasta que sanó. Como recuerdo le quedó un pozo en la frente del tamaño de una pelota chica. Siguió cuidando de la familia con esa nobleza y energía que lo caracterizaba hasta que se trasladó a Rosario. Muchos años después, en 1967 la vida volvió a reunirlos con el doctor. ¡Viajaron a San Francisco para el casamiento de su nieto Héctor. Se dieron un gran abrazo y charlaron a lo grande!

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