El Accidente
Por María Angélica
Donda Arpino
Llegaron a San Francisco desde una
pequeña aldea Coggia, del Friuli italiano. Ella se llamaba Lucía Tesan, él
Tomás Donda, carpintero. Tenían ya tres hijos, Gina de dos años aún no
caminaba. Empezaba el año 1918. Lucía quedó embarazada. Tomás siempre tenía
tiempo para una partidita de naipes con sus amigos y tomar un vasito de vino.
Ese día, 5 de enero se demoró más y la noche lo sorprendió lejos de su casa. Desorientado por la oscuridad
y algo mareado no se dio cuenta que caminaba por las vías del tren. El
maquinista tampoco lo vio y lo embistió. Recibió el impacto en la frente y cayó
desmayado. Lo llevaron al Hospital
Iturraspe y ahí quedó abandonado en la morgue. Nadie pensó que sobreviviría.
Informaron del suceso a la policía. Preocupada Lucía porque Tomás no llegaba,
dejó a sus hijos con una vecina y corrió a la policía. Al saber del accidente,
su corazón le decía que era Tomás. Tomó un mateo y fue al Hospital. Allí tuvo
que esperar largo tiempo. Cuando esa noche el doctor Areta, recién recibido,
llegó a tomar su guardia en el hospital, le informaron: “Hubo un accidente con
el tren” “El hombre está en la morgue”. Enseguida corrió al lugar, y
personalmente lo trasladó a la sala de operaciones. “¡Estás loco de remate!” “¡Ese
está más muerto que vivo! No les hizo
caso y se puso a trabajar con abnegación hasta el amanecer. Le avisaron que una
mujer lo esperaba. Así se conocieron. Ella tranquila y esperanzada, él contento
de ser doctor. -“¡Qué regalo de Epifanía ¿no?” -“¿Qué es eso?” pregunto ella,
-”El día de Reyes” agregó él. Finalmente el doctor dijo -“Hice todo lo que
pude” a lo que Camila respondió: -“Seguramente Dios guió sus manos. Tres chicos
me esperan, no puedo quedarme” -“Vaya tranquila, nosotros cuidaremos a Tomás”.
Pasaron muchos días de sacrificios, paciencia, incertidumbre y dolor. Nació una
hermosa amistad. El joven doctor siempre alentaba a esa mamá fuerte y valiente
que acompañaba a su marido, enfrentando mil problemas, sobre todo económicos.
En esos tiempos cuando no se trabajaba no se cobraba. El doctor lo cuidó
siempre y Tomás, hombre fuerte reaccionó muy bien. Más cuando el 21 de enero
nació un hermoso y coloradote varón. Cuando Tomás volvió a la casa, el doctor
Areta lo visitó todos los días hasta que sanó. Como recuerdo le quedó un pozo
en la frente del tamaño de una pelota chica. Siguió cuidando de la familia con
esa nobleza y energía que lo caracterizaba hasta que se trasladó a Rosario.
Muchos años después, en 1967 la vida volvió a reunirlos con el doctor.
¡Viajaron a San Francisco para el casamiento de su nieto Héctor. Se dieron un
gran abrazo y charlaron a lo grande!
Qué hermosas historias!! No dejen de contarlas... gracias!
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